Espero que siempre sea así...

La sensación de flotar, de estar en el aire..
y a la vez, odiar a tus pies.. que no se despegan de la tierra..

Risas, taconeo, el ruido de un secador de pelo encendido, la música a todo volumen, más risas, más taconeo, el chocar metálico de una pulsera que resbala y cae al suelo. Color. En sus vestidos, en sus zapatos, en sus mejillas ruborizadas. El perfume que flota denso en el aire. El pintalabios que se desliza e ilumina una sonrisa. El rímel, tal vez en exceso, tal vez no, que pronuncia una mirada. La melodía de un móvil que suena distante. Un grito de ánimo. Más risas. Más taconeo. Un último vistazo en el espejo. Calma. Unas últimas palabras de aliento respondidas con muecas graciosas. Muecas estúpidas, llenas de ironía, pero sin trampa. El flash de una cámara de fotos. Su imagen inmortaliza. Una parte de ellas que se conservará para siempre. Un grito de guerra. Un nuevo reto: arrasar ante todos y bajo ninguna circunstancia dejarse pisotear. Jamás.
Destilando felicidad y radiantes de buen rollo, bajan las escaleras a la carrera perdiéndose calle abajo. Delante, Mónica, Virginia y Marina critican la forma de andar de Sara y esta, risueña, aun exagera más sus pasos. Detrás, Jara y María, dos rezagadas que aprovechan los dos minutos de intimidad para hablar de sus respectivos novios. No se parecen en nada, y sin embargo se entienden a la perfección. Marina, sin previo aviso, enciende el reproductor de su móvil y empieza a saltar y a bailar delante de su inesperado público, a lo que sus amigas responden acompañándola en sus atrevidos movimientos. “La música nos acompaña a todas partes.” Piensa Virginia, mientras intenta reprimir una leve sonrisa que se le escapa tras ese pensamiento.